El Gran Mandamiento
- Héctor Romo G
- /
- Agosto 14, 2018
37Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
Mateo 22.37
Mateo nos refiere en su Evangelio, que un interprete de la ley, cuestionó a Jesús, para tentarle, ¿cual es el mayor mandamiento de la ley?, es decir, ¿Cuál de los 613 mandamientos, 248 de ellos positivos, 365 negativos que los judíos reconocían en la ley, era “el grande”, aquí en el sentido de un superlativo, “el más grande de todos?
La respuesta de Jesús es contundente, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”, usando el pasaje de Deuteronomio 6:4, que le sería familiar al interlocutor.
Este mandamiento, resulta familiar para muchos creyentes, pero, ¿verdaderamente entendemos en toda su extensión y magnitud la respuesta de Jesús?, ¿Por qué hoy muchas personas dicen amar a Dios, sin reflexionar en lo que esto significa?
Para el genuino creyente amar a Dios, significa conocerlo personal e íntimamente, y esto solo es a través del nuevo nacimiento, reconociendo que la salvación es únicamente por la Gracia de Dios a través del sacrificio de Cristo. Es esa obra salvífica lo que capacita al creyente a amar a Dios, tal como lo señala el Apóstol Juan, al afirmar que el creyente ama a Dios, porque, Dios nos amó primero enviando a su Hijo en propiciación de nuestros pecados 1 Juan 4:10-19, y el Apóstol Pablo agrega, que el amor de Dios ha sido derramado en el corazón del creyente, por el Espíritu Santo. Romanos 5:5
Amar a Dios, es amar sus atributos, reconociendo su omnisciencia y omnipresencia, para vivir con temor reverencial pues El conoce todo de nosotros y no podemos escondernos de su presencia, por ello, debemos vivir agradándolo en todo.
Amar a Dios, es amar su Santidad, y así vivir aborreciendo el pecado, de tal forma, que cuando lo cometemos, nos duela ofenderlo, y por ello, no busquemos justificar o ser indiferentes a nuestra transgresión, sino, por el contrario, reconocerlo, confesarlo y apartarnos de él, para vivir en la pureza de vida que debe caracterizar a todo redimido. 1 Juan 1:9.
Amar a Dios, es amar su Soberanía, entendiendo que Dios tiene el control de todo lo que nos sucede, y que nada de lo que enfrentamos en nuestro diario vivir, tribulación, angustia, hambre, desnudez, enfermedad, etc., puede separarnos de su amor, lo que nos motiva a vivir confiando en El. Romanos 8:38-39.
Hendriksen, W. (2007). Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Mateo (p. 849). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.